Considerada como la joya de la literatura universal, la Biblia es un libro incomparable y único. Para judíos y cristianos es mucho más que un simple libro: por su inspiración divina y por la suprema importancia de su tema central, es un libro único, el Libro por excelencia.
En ella se encuentran plasmadas las respuestas a las preguntas más inquietantes de la mente humana. ¿De dónde venimos? ¿Para qué estoy aquí? ¿A dónde vamos? ¿Qué hay después de la muerte? La Biblia es un libro tan sencillo que un niño puede entender y tan profundo como el mismo océano donde las mentes más prodigiosas no han llegado a tocar fondo. Judíos, lo mismo que cristianos, en el transcurso de los siglos, han escuchado en ella la voz de Dios, que les habla directamente, en su propia época y en sus situaciones particulares. Sus personajes fueron personas tan reales como tú y como yo, con sus errores y virtudes para que aprendiéramos de ellos.
Su mensaje ha demostrado un poder no igualado para cambiar la vida humana, tanto individual como social, por eso cuantos han experimentado ese poder transformador y dan de él su testimonio al mundo, se refieren a la Biblia como la Palabra de Dios. Una sociedad donde la Palabra de Dios se prohíbe, sus habitantes viven en la decadencia moral más terrible. Adulterios, asesinatos, vicios, amarguras, rencores, borracheras. Una sociedad sin la Palabra de Dios es una ciudad de pecado.
La Biblia contiene la mente de Dios, nos habla del estado del hombre, nos señala a Cristo como el camino de salvación. Nos enseña las consecuencias del pecado y el gozo eterno que le espera al creyente. Sus doctrinas son santas, sus preceptos son determinantes, sus historias son verdaderas y sus decisiones son inmutables.
Debemos de leerla para ser sabios, escúchela y tendrá fe, practíquela para ser santos. La Biblia contiene la luz que nos guía en medio de este mundo de obscuridad espiritual y de pensamientos. La Biblia es el pan que nos alimenta y el ánimo que necesitamos en medio de las pruebas. Es el mapa del viajero, el bastón del peregrino, la brújula del marinero, la espada del guerrero y la carta magna del cristiano. La biblia es el bálsamo que sana nuestras heridas. Sus palabras son el consuelo a la hora de la muerte y el gozo de abrir los ojos en la otra vida para el creyente.
Ahí el paraíso es restaurado, los cielos son abierto y las puertas del infierno rebeladas. Cristo es su gran tema, su diseño cuidadoso nuestro bien y la gloria de Dios su fin. Debemos de llenar nuestra mente y el corazón con sus hermosas palabras y sus sabios proverbios.
Debemos de leerla atentamente, frecuentemente y en oración. Es una mina de riqueza, un paraíso de gloria encontrado, un río de placer.
Te es dada en la vida, te será abierta en el Juicio, será recordada para siempre.
Sus promesas están al alcance de todos los que creen y sus maldiciones a todo el que las rechaza.Involucra la mayor responsabilidad, recompensa el mayor trabajo y condena a aquellos que menosprecian su contenido santo. La Biblia es la Palabra de Dios.
La Biblia es:
- Un fuego para el creyente
Jer. 20.9 Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude.
Jer. 23.29 ¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra
- Una espada para los pensamientos del corazón
Heb. 4.12-13 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.
- Es Luz que me muestra poder donde debo de ir.
Sal. 119.105 Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.
- Es un espejo que me muestra donde debo de corregir.
Stg. 1.22-25 Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. 23Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.
- Un martillo que quebranta nuestro corazón de piedra Ez. 11.19; 36.26
Jer. 23.29 ¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?
- Es la palabra que trae aliento cuando la necesito.
Sal. 147.3 Él sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas.
1Cor. 15.51-58 He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.
- Es la palabra que nos inspira a vivir correctamente.
1Ped. 1.15-16 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
1Ped. 2.16 Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos; como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios. Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey.
- La Palabra de Dios es una piedra de tropiezo.
1Ped. 2.7-8 Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, la piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser cabeza del ángulo; y: piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.
- Es la Palabra que me enseña a confiar en Dios.
Is. 41.13 Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo.
2Tim. 2.13 Si fuéremos infieles, él permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo.
- Es la Palabra que me dice en quien tengo que confiar para ser salvo.
Juan 6.35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
Juan 6.47 De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.
Juan 11.25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.