Primera Iglesia Bautista Fundamental Independiente de Cuajimalpa.
  La idolatría.
 

IDOLATRÍA.



 


Adoración tributada a dioses distintos de Jehová, o a Jehová mismo, pero por medio de imágenes y prácticas tomadas de cultos extraños y prohibidos. En el Nuevo Testamento se aplica también a la excesiva valoración de cualquier criatura, de modo que esta toma el lugar del Creador.

La idolatría no consiste únicamente en postrarse ante una imagen, sino también en adorar con imágenes o sin ellas a dioses que no son el Señor de Israel. El mal no está tanto en que el dios sea material como en el hecho de que es parcial. El Dios de Israel es Creador de todo cuanto existe y Rey supremo, mientras los ídolos son dioses falsos (Salmos 115.3-9, 136.15-18) solo de algún aspecto o porción de la realidad. Naturalmente, todo dios material que resida en una  Imagen es también parcial, y por tanto distinto del Dios de Israel. Pero es posible tener también dioses inmateriales e invisibles que no dejan por ello de ser tan ídolos como cualquier imagen.

Todos los pueblos con los que el antiguo Israel se relacionó practicaban la idolatría en los sentidos mencionados. En el antiguo Egipto se acostumbraba representar a los dioses en forma de animales (toro, halcón, etc.) o con forma humana y algunas características animales (hombre con cabeza de chacal o de toro). Se acostumbraba también adorar al faraón, quien se suponía que al morir se reunía con los dioses. Por último, algunos animales, tales como los cocodrilos del Nilo, también recibían culto en Egipto. Contra estas idolatrías impotentes se dirigieron las  Plagas que Jehová envió antes del éxodo. En Mesopotamia, los ídolos con forma de animales eran más escasos; preferían imágenes con forma humana, hechas de madera y cubiertas de oro (cf. Dn 2.31–45). En Persia había una multitud de dioses, cada uno con su propia imagen. Pero con el tiempo la religión persa se fue concentrando en el dios Ahura-mazda, al que se presentaba como un hombre con alas de ave.

Cuando los israelitas conquistaron Canaán, encontraron pueblos idólatras, a los que no exterminaron completamente (Jue 1.19s,27–33; 2.11–17). Como la religión de Canaán giraba alrededor de  Baal, durante el resto de su historia tuvo que enfrentarse repetidamente al baalismo y otros cultos semejantes ( Asterot; Bel; Dagón; Moloc; Nisroc; Nebo; Quemos; Terafín, etc.).

 

Nombres de algunas divinidades paganas en la Biblia.

1.        BAAL (semítico cananeo: señor) era una divinidad (probablemente el Sol) de varios pueblos situados en Asia Menor y su influencia: fenicios, cartagineses, caldeos, babilonios sidonios y filisteos. Su significado se aproxima al de amo o señor. Era el dios de la lluvia y la guerra. En la Biblia Baal (בעל Ba‘al) es uno de los falsos dioses, al cual los hebreos rindieron culto en algunas ocasiones cuando se alejaron de su adoración al Dios Jehová. Fue adorado por los fenicios como el dios más importante de su panteón.

En el cristianismo y el judaísmo Baal es considerado un dios falso o genio (demonio en griego). En la demonología es el principal rey del Infierno. Alguno han identificado a Baal con el nombre de Belzeebú (Mt. 9.34; 12.24; Mr. 3.22 y Lc.11.15) ya que podría ser una  deformación del nombre Baal-Zebub, que era un dios semita conocido como "El señor de las moscas", que se encargaba de alejar a las moscas y curar las enfermedades. Fue utilizado como antítesis del dios Jehová, y desde ese entonces cualquier dios pagano que fuese adorado en lugar de él, fue llamado por los hebreos de esta forma, como expresión de desprecio o burla. De ahí que cualquier dios o genio que fuese idolatrado en lugar de Jehová fuese llamado "demonio".

 

2.       ASTORET (en plural, Astarot). Diosa de la fertilidad y del amor sexual, deidad principal de los cananeos. A menudo se la presenta como el complemento femenino de Baal (Jue 2.13; 10.6; 1 S 7.3, 4; 12.10). Se conoce también con el nombre de Asera (Jue 6.25; 1 R 18.19). Parte esencial de su culto era la prostitución. Por eso se cree que el nombre Astoret es una forma hebrea del nombre Astarté, pronunciado por los judíos con las vocales de la palabra bosheth, es decir, «vergüenza».

El culto a Astoret, muy común entre los vecinos de Israel, pronto llegó a popularizarse también, según parece, entre los israelitas (Jue 2.13; 3.7; 1 S 7.3, 4; 1 R 11.5). Se luchó continuamente contra esta forma de idolatría. Se le quitó el reino a Salomón por haber transigido con este culto (1 R 11.33). En la reforma de Josías, todo lo relacionado con Astoret se arrancó y se quemó como primer paso hacia la purificación del templo (2 R 23.4–7). ( Baal; Asera; Canaán.)

3.       BEL Dios supremo de Babilonia al que los hebreos llamaban «Merodac». Era el dios del sol y su hijo era Nebo (Is 46.1). Para los profetas, la caída de Babilonia aseguraba también el fin de Bel (Jer 50.2; 51.44). En la obra apócrifa, Bel y el dragón, el profeta Daniel expone la falsedad de los dos dioses principales de los babilonios. ( Merodac; Apócrifos.)

4.      DAGÓN Deidad principal de los  Filisteos, venerada en Palestina, según parece, aun antes de que ellos la invadieran. En los textos  Ras Samra, al dios Baal se le llama «hijo de Dagón». Cuando los filisteos capturaron el arca, la metieron en el templo de Dagón, junto al ídolo, el cual cayó dos veces «delante del arca de Jehová» (1 S 5.1–4). Había dos templos grandes dedicados a Dagón: uno en Gaza y otro en Asdod (Jue 16.23; 1 S 5.2). Sansón destruyó el de Gaza (Jue 16.23–30) y durante el período intertestamentario se asoló el otro (1 Mac 10.83, 84). Una tradición, sin base histórica, dice que Dagón tenía cuerpo de pescado. Nada se sabe con certeza de la naturaleza del culto ni de la apariencia del ídolo.

5.       MOLOC Deidad nacional de los  Amonitas («Milcom» en 1 R 11.5; 2 R 23.13 y Jer 49.1, 3), cuyo culto tal vez se basaba en el sacrificio de hombres, especialmente de niños. Las víctimas se colocaban vivas en los brazos enrojecidos por el fuego de la estatua hueca, de bronce, y con cabeza de becerro que representaba a Moloc. La víctima caía en el hoyo ardiente del ídolo al sonido de flautas y tambores.

En vista de lo anterior, no es extraño que en Lv 18.21 y 20.2–5 se prohíba terminantemente participar en los ritos de Moloc. En 1 R 11.31–33 se da a entender que la división del reino se debió en parte a la introducción de esta forma de culto por Salomón. La frase «pasar a su hijo por fuego» alude al horrible culto de Moloc (2 R 16.3; 21.6; 23.10). Los profetas condenaron severamente esta abominación (Is 30.33; 57.5; Jer 32.35; Ez 16.20; 20.26; 23.37; Miq 6.6, 7).

El centro cultural de Moloc estaba en el valle de Hinom, al sudoeste de Jerusalén. El sitio también se llamaba «Tofet» y fue allí donde Salomón erigió lugares altos a Moloc (1 R 11.7) y donde  Acaz y  Manasés hicieron «pasar a sus hijos por fuego» (2 R 16.3; 2 Cr 28.3; 33.6; Jer 32.35). Josías destruyó el lugar (2 R 23.10), pero después se reconstruyó y sirvió como centro de adoración pagana hasta la cautividad. Más tarde el valle llegó a ser el albañal de las inmundicias de la ciudad y los judíos lo llamaron «Gehenna», el  Infierno o lugar de eterno sufrimiento (cf. Mt 5.22, 29, 30; 10.28).

6.       NISROC Dios de los asirios en cuyo templo Senaquerib fue asesinado por sus propios hijos (2 R 19.37; Is 37.38). Puesto que no se ha identificado ningún dios Nisroc, se cree que este era adulteración del nombre de algún otro dios: quizás Nusku, dios del fuego, conocido en Mesopotamia, o Aur, dios mencionado a menudo en las inscripciones de Senaquerib.

7.       NEBO (elevación). Nombre de dos ciudades, una montaña, un hombre y un dios pagano en el Antiguo Testamento. Dios de los babilonios (Is 46.1), considerado el dios del conocimiento. Lo adoraban también los antiguos árabes, y su culto estaba muy generalizado entre los caldeos y los asirios. Prueba de ello es que su nombre forma parte de muchos nombres propios en la Biblia; por ejemplo, Nabucodonosor, Nabuzaradán, Nabusarbán (Jer 39.9, 13; 48.1), Naboned, Nabonasar, Nabopolasar, etc.

8.       QUEMOS Dios de los  Moabitas (Nm 21.29.), a quien los israelitas tildaban de «abominable». Hacia el fin de su reinado, Salomón edificó un santuario dedicado a Quemos cerca de Jerusalén (1 R 11.7), que fue derrumbado durante la reforma de Josías (2 R 23.13).

Jeremías en su profecía sobre Moab se burló de la impotencia de Quemos, y dijo que los moabitas se avergonzarían del ídolo del mismo modo que Israel se había avergonzado del  Becerro de oro en Bet-el (Jer 48.7, 13, 46; cf. 1 R 12.28.). En la piedra moabita, encontrada en 1868, el rey  Mesa da crédito a Quemos por su victoria sobre Israel (cf. 2 R 3.4, 5).

9.       TERAFÍN Transcripción de una palabra hebrea de derivación incierta. El uso dado a la misma hace que se traduzca genéricamente para denominar objetos de culto, de oráculos y amuletos para alejar a los malos espíritus, mayormente de uso doméstico. Había terafines grandes y pequeños (Gn 31.19; 1 S 19.13–16 BJ); tenían la forma de imágenes, estatuas, animales y formas caprichosas (Ro 1.23); se adoraban en templos, aunque por lo general los terafines eran dioses domésticos (1 R 16.31–33; Gn 31.19, 30; Zac 10.2; Ez 21.21; Ez 21.26 BJ). A medida que el género humano se olvidaba de Jehová, iba sustituyéndolo por terafines o dioses falsos. Desde Caldea, la cuna del hombre, las hordas de cazadores, de pastores y emigrantes llevaron a otras tierras la costumbre de hacer y adorar terafines. Los parientes de Abraham adoraban terafines (la palabra hebrea terafim se traduce «ídolos» en Gn 31.19 RV y «dioses» en 31.34). Israel acentuó su idolatría desde su estancia en Egipto; en Canaán intensificó la adoración a los terafines, pese a las prohibiciones divinas (Jue 17.5; 18.14–20 cf. Lv 19.4; 26.1), por lo cual fue llevado en cautiverio (Ez 8.9–12; 11.17, 18).

 

Por tanto, todo el libro de Jueces (por ejemplo, 2.12; 3.7) trata de cómo, cada vez que los israelitas se apartaban de su Dios para seguir tras los baales, Él los entregaba en manos de sus enemigos. Asimismo otros libros históricos (por ejemplo, Nm 25.3; 1 R 14.22; 2 R 21.2) y proféticos (por ejemplo, Jer 2.23; Os 2.8–13) destacan esta lucha. Como es un Dios celoso, Jehová prohíbe la idolatría con todo rigor (Éx 20.3–6; Dt 5.7–10), como una especie de  Adulterio (Jer 2.33; Os 2.4). Aun así, algunas prácticas religiosas de los pueblos vecinos lograron introducirse en el culto de Israel (por ejemplo, la  Prostitución sagrada, Am 2.7s), y los profetas se vieron obligados a ridiculizar a los «dioses de  Mentira» «cortados en el bosque» (Is 2.8, 20s; Jer 10.3; Ez 6.3–7; Hab 2.18, etc.). Es muy interesante ver como Dios usa a Gedeón para salvar a Israel de sus enemigos y una de las primeras cosas que este varon hace es ir y destruir el altar de Baal el pueblo desea matar a Gedeón por lo que este ha hecho y su padre Joás "respondió a todos los que estaban junto a él: ¿Contenderéis vosotros por Baal? ¿Defenderéis su causa? Cualquiera que contiena por él [Baal] que muera esta mañana. Si es dios, contienda por sí mismo con el que derribó su altar". Jue. 6.31
Si destruyeramos los altares donde se encuentran imagenes que supuestamente son milagrosas ¿Acaso estas se defenderian por si mismas sin la necesidad que hombre alguna inteviniera? Si tienen el poder de hacer milagros (como muchos afirman) entonces podrían defenderse a si mismas ¿No lo cree? (
Is. 44.9-21) A demás no debemos de olvidar que esto es un "GRAN NEGOCIO" Hchs. 19.23-32

Al surgir el cristianismo, sus seguidores tomaron de Israel este fervor contra la idolatría  (Hch 7.41; 15.20; Ro 2.22). Los ídolos no son en realidad dioses (Gl 4.8), sino inventos humanos (Ro 1.23), de manera que el culto a ellos se dirige en efecto a los  Demonios (1 Co 8.4s; 10.19). Pero esto, a su vez, planteó otros problemas para los cristianos que vivían en un mundo en el que la idolatría era parte fundamental de la vida pública y social. Por ejemplo, fue necesario decidir si los cristianos debían o no participar de actos sociales que tenían a la vez cierto cariz idolátrico ( Ídolos, Carne ofrecida a). Otro problema fue el culto al emperador, que era un modo que tenían sus súbditos para expresarle lealtad. Cuando alguien quería expresar su rebeldía contra el emperador, dejaba de adorarle y quemaba incienso en honor de algún otro pretendiente al trono. o Los cristianos se negaban a llamar «señor» al emperador, y por ello los gobernantes los tenían como gente sediciosa y digna de muerte ( Roma, Imperio). Este antecedente de la persecución explica ciertos detalles de las siete cartas a las iglesias de Asia (Ap 2.1–3.22).


 

ÍDOLOS, CARNE OFRECIDA A (en griego, eidolothyta). El evangelio, al trascender los límites del judaísmo, no solo afrontó la  Idolatría como religión, sino también las ramificaciones de ella en la vida social del pueblo gentil. Solo una parte de las víctimas sacrificadas a los dioses se ofrecía en el templo. Lo demás se comía en un banquete cúltico en los atrios de cada templo o en la casa del oferente. Había invitados. A veces la invitación era extensiva o general y en algunos casos lo que sobraba de la carne consagrada se vendía en el mercado público.

Este fenómeno social creó problemas a los cristianos primitivos. Los de Corinto pidieron consejo a Pablo al respecto (1 Co 8.1). Fue necesario decidir si un cristiano debía aceptar una invitación a una comida en que se servía tal carne, pues había distintas opiniones entre los hermanos. Algunos se basaban en la libertad cristiana (1 Co 6.12; 10.23) y en un llamado conocimiento mayor (que un  ídolo no es sino la ficción de la mente humana, 1 Co 8.4–6) para alegar que los creyentes podían asistir a estos banquetes sin incurrir en mal alguno. Otros mantenían que al asistir a semejantes fiestas participaban en la misma idolatría, la cual se le prohibía terminantemente a los cristianos (Ro 14.2; 15.1; 1 Co 8.9).

Pablo prohibió en forma indirecta, pero siempre tajante, la asistencia a un banquete que se celebrara en el templo de los ídolos (1 Co 10.14, 19s). Si bien estaba de acuerdo con los que afirmaban tener «conocimiento» de que el ídolo no es nada, insistió en que detrás de la idolatría hay poderes con los que no es aconsejable jugar ( Demonios).

Pero en cuanto a carnes ofrecidas a los ídolos y posteriormente vendidas en el mercado común, Pablo afirma que no hay que sentir escrúpulos de conciencia, puesto que en la carnicería tales carnes ya no tienen significado religioso, sino que forman parte de las cosas creadas por Dios para bien nuestro (1 Co 10.25s).

Lo mismo rige en cuanto a carne servida en una comida social en casa de amigos aunque se haya ofrecido con anterioridad en el templo. Pero hay una excepción a la regla: si el anfitrión abiertamente anuncia que la que se sirve es carne ofrecida a ídolos, el huésped cristiano debe rehusar, pero no por el daño que pueda ocasionarse él mismo, sino para evitar escándalo o falsa impresión (1 Co 10.27–30).

Sobre todo, el cristiano debe pensar más en el bien del prójimo que en el suyo y estar dispuesto a echar a un lado su libertad si el usarla puede dañar u ofender al hermano débil (8.12s; 10.24, 31).



 



 
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1 Corintios 1.21 Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.
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